Somos Hacedores de Caminos que se adentran en el Bosque Habitado. Si los caminos están hechos los recorremos, y si no, los inventamos.
Arriba las ramas. Abajo las raíces. Por siempre jamás: "Buen Camino".


"Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias."

Buscar este blog

lunes, 6 de julio de 2015

Crónicas del Camino Francés 2015 - 7: La Mujer en el Camino

Dicen que el mundo es de la mujeres y yo añado que el Camino de Santiago también. 

Estadísticamente la afirmación anterior no es cierta, pero a mi me lo parece, y con las oportunas salvedades, pues me animo a escribirla.  
Muy interesante es la web de la Oficina de Acogida del Peregrino de la Catedral de Santiago de Compostela que en este tema como en otros nos es de gran ayuda ofreciendo una gran cantidad de utilísima información y que podemos encontrar aquí>>> 



Me refiero en esta entrada a anónimas mujeres peregrinas que he encontrado haciendo el Camino y que por un motivo u otro me han llamado la atención y por ello, me animo a reservarles este espacio con la idea de que con el paso del tiempo no caigan en el olvido. 

Una de las etapas que me resultaron más duras, por su elevado número de kilómetros y la calor que hizo ese día, fue la de Carrión de los Condes a Sahagún, con casi 39 kms y 7 horas largas de Camino. Recuerdo que cuando llegamos al sombreado ambiente del Albergue de Peregrinos Municipal Cluny de Sahagún, ubicado en una antigua iglesia, no estaba la hospitalera, pero había un cartel que animaba a los peregrinos a coger sitio de forma que después se haría el trámite habitual. Después de colocar las cosas en la cama correspondiente, la ducha y colada, llegó la hora de preparar la comida del mediodía, y allí encontré a la peregrina catalana que estaba ya almorzando. Desde el primer instante nos ofreció todo lo que tenía, cosa que le agradecimos enormemente.
Esta mujer de casi 70 años, venía con su mochila y su banquetilla haciendo el Camino Francés en etapas cortitas de entre 10 a 12 kms. algo que sucedía desde varios años. Iba sellando su credencial en todos los sitos y tenía rellenados varios ejemplares, ya que al ser sus etapas cortas, sellaba en muchos sitios.
Contaba que cuando llegada la mitad de Mayo salía para el Camino, en el que permanecía un par de semanas más o menos y volvía a su casa y así sucesivamente seguiría hasta llegar a Santiago, su objetivo y ansiado final, de forma que nada ni nadie se lo impediría.
Entre risas, afirmaba que llegado el momento, aprovisionaba bien el frigorífico y le decía al marido que se iba al Camino y que él se apañara solo y que eso era lo que había.
Me dejó bastante sorprendido, ya que trasladar ese planteamiento a las mujeres de mi pueblo se me hacía harto difícil. Esta mujer era un caso único de claridad de ideas, fuerza, carácter, autonomía e independencia digno de ejemplo.


Fiorella, italiana, haciendo sola el Camino y de cierta edad.

En la misma línea anterior, os hablo ahora de Fiorella, una mujer más mayor aún, de edad imprecisable, pero seguro que entre 70 y 80 años por lo menos. La conocí en la etapa de Portomarín a Palas de Rei cuando la saludé con el familiar "Buen Camino", a la vez que escuchaba sus fuertes resoplidos en uno de los tramos en subida que tocaba superar. Ella me miró con una amplia sonrisa y yo le dije unas palabras de ánimo que fueron suficientes para entablar la típica conversación entre peregrinos. No hablaba español y en su idioma, que a medias yo entendía, me dijo que era italiana, nacida en Florencia. 
Era bastante simpática y vivaracha y su paso cansino y renqueante al ritmo del bordón, hizo que poco a poco se me fuera quedando atrás. Pensé que tenía un gran valor, el que una mujer de esa edad avanzada, extranjera, con su pesada mochila y sola se atreviera con esta aventura. La verdad es que de nuevo la comparé con otras mujeres similares conocidas por mí y no encontraba ninguna semejante. Conclusión, Fiorella es única. 

Grupo de peregrinos y peregrinos que más o menos caminábamos juntos al final del Camino

Al terminar la cuesta y empezar a llanear, Fiorella cogió ritmo y se puso a mi par, lo que le permitió seguir charlando intentando intercambiar información algo que la barrera del idioma ponía difícil. Le encantaba el arte como buena florentina y no dejaba de visitar toda iglesia, cruceiro y construcción que encontraba en su Camino. Llevaba un antiquísimo móvil con el que estaba empeñada en sacar fotos, cosa que no conseguía y que me entregaba para que yo investigara. En fin, momentos divertidos y simpáticos que quedan grabados del Camino.
La última vez que vi a Fiorella fue a la tarde, mientras yo paseaba por las calles de Palas de Rei, ella con su eterno bordón también iba paseando renqueante y cojeando más que nunca. No volví a verla más. 

No llego a recordar el nombre de esta peregrina de la que os hablo ahora. 
Mi mala cabeza me juega malas pasadas, pero para eso está la imaginación y la licencia que me da el hecho de escribir en este mi blog y, por ello, no me resisto a referirme a ella con el nombre de "la misteriosa peregrina de los bellos ojos azules".



La vi por primera vez en el albergue de Triacastela. Ese día había llegado muy temprano. Ya tenía colocadas mis cosas en su sitio junto a la cama y decidido hacer una buena colada a base de lavadora y secadora, de modo que me encontraba haciendo tiempo para la hora de la comida, descansando en el amplio salón que allí había, mientras estaba pendiente de las máquinas de lavar. 
Ella entró en el albergue con su abultada mochila, cojeando y con aspecto de venir muy, muy cansada. La noté también muy despistada y buscando con la mirada a la hospitalera que se había ausentado. Tenía en torno a los 30 años y sobre todo me llamaron la atención sus intensos y bellos ojos azules. Me acordé de Eva haciendo el Camino y me dispuse a echarle una mano. La animé a que se quitara la mochila y a que se sentara, ya que la hospitalera aparecería en cualquier momento y que no se preocupara por el alojamiento, ya que había plazas de sobra. Ella me lo agradeció sobremanera y activamos el protocolo de preguntas del peregrino, enterándome que había empezado su Camino en Ponferrada, que era bastante novata en esto de caminar y que iba aprendiendo sobre la marcha, de forma que esta etapa de Ocebreiro a Triacastela la había dejado prácticamente agotada. Me preguntó muchas cosas sobre el Camino y cada uno tiró para su lado. 
Después volví a charlar con ella durante la cena y le perdí la vista hasta que dos días después me la crucé en la Plaza Mayor de Portomarín. Tenía mejor aspecto y parecía que físicamente se había recuperado bastante. Yo ya había almorzado y ella acababa de dejar la mochila en el albergue. Le recomendé el menú del peregrino que acababa de tomar, cosa que volvió a agradecerme. La acompañé hasta el bar y mientras ella comió, yo tomé un café. Me relató lo bien que le había ido en esta etapa y como se sentía mucho más animada y fuerte.
Al final, nos despedimos y ya no volví a verla más, dejándome para el recuerdo sus impresionantes ojos azules.


La Madrileña con su perra Luna

Me acuerdo ahora de otra mujer de la que ya he hablado en otra entrada y que creo vale la pena rescatar de nuevo. Se trata de la Madrileña, no recuerdo su nombre, que hacía el Camino con su perra pastora alemana Luna y que vi por primera y única vez en la etapa de Palas de Rei a Ribadixo. Conecté enseguida con ella a través del animal. Ambos eran un ejemplo de compenetración: la mujer madura, de mediana edad, de carácter fuerte, ideas claras, peregrina de varios caminos y amante de su perra. La perra, fuerte, ágil, dócil, fiel y obediente, se le notaba cuando miraba que adoraba a su ama. La mujer hablaba con un cariño de su perra que ponía los vellos de punta, me contó acerca de los problemas que había tenido en los alojamientos, cómo había tenido que entrenarla y cómo había sido preciso adaptar las etapas al estado de las patas de Luna. 
Una vez llegados a Melide, perdimos el contacto y no volví a encontrarla.

Y para terminar, me refiero a las dos jóvenes peregrinas catalanas que empezaron su Camino en Sarria y con las que coincidí esporádicamente en diversos momentos en las etapas finales de mi Camino. Hablé poco con ellas, pero se incorporaron ocasionalmente al grupeto, por lo que también las dejo aquí para el recuerdo. 


2 comentarios:

Unknown dijo...

Luis, soy Pablo, uno de los dos peregrinos jóvenes que salen en la foto en la que estamos todos, el bajito. Me ha encantado este post, sin duda eres un hombre hábil con las palabras, consigues sacarles la magia del camino sin duda. Espero que todo vaya muy bien!!! :)

BikerVva dijo...

Hola, Pablo.
¡Qué alegría me ha dado el encontrar tu comentario! Gracias por tus palabras de ánimo, siempre son de agradecer, ya que según dicen los expertos, los blogs se alimentan de los comentarios de sus lectores y si son tan cordiales y afectuosos como el tuyo, pues mejor todavía.
Llevo un montón de días procesando la información, datos e imágenes obtenidas durante nuestro Camino y al final me he decantado por olvidarme de descripciones de los lugares que por otra parte se pueden encontrar en cualquier guía y me he detenido más en lo que esos lugares y las personas que en ellos conocí han significado para mí.
Voy tratando cada tema a modo de crónica del Camino y al final tengo previstas 10 y ya van 7.
Por cierto, en la que hará el número 9, aparecerás como artista invitado, así que espero que no te la pierdas.
Desde esta entrada del blog http://rutasantiagonorte.blogspot.com.es/2015/06/mi-camino-frances-2015-pie.html podrás encontrar el sumario de todos los contenidos sobre los que he escrito acerca de "Nuestro" Camino Francés 2015.
Espero que te gusten y que me sigas regalando tus comentarios y sobre todo te deseo que sigas disfrutando de tu vida con la misma intensidad y sinceridad que demostrabas en cada momento del Camino.
Un abrazo, que te ruego hagas extensivo al compañero José María.
Mucha suerte.

Buen Camino